martes, marzo 19, 2013

CANTAR “HOSANNA” CON LA CREACION


Pautas ecoteológicas para una acción pastoral 
en el Domingo de Ramos

D.P. ALIRIO CACERES AGUIRRE
Ingeniero Químico, Magister en Teología
acaceres@javeriana.edu.co
@diaconoOikos

Colaboración especial:
 Luis Gabriel Espíndola (Biblista) y José Raúl Suárez (Agrónomo – Teólogo)


Desde hace 12 años, la Conferencia Episcopal de Colombia ha asumido la campaña “Porque la vida es sagrada, reconcíliate con la naturaleza” que inició la Fundación PROAVES y que hoy en día, vincula a las autoridades ambientales y policiales, iglesias, universidades y otras organizaciones de la sociedad civil, para unir esfuerzos en función de proteger especies de flora y fauna que son utilizadas con fines religiosos.



En el origen de la campaña está la preocupación por la palma de cera del Quindío, usada tradicionalmente para hacer los ramos de las procesiones de inicio de la Semana Santa. Vale recordar que esta palma, considerada el árbol nacional, es el hábitat del loro orejiamarillo, que también se encuentra en peligro de extinción.

Ante los estrictos controles al uso de la palma de cera, recientemente se ha detectado la explotación de la llamada palma de vino, que abunda en municipios cercanos a los límites de los departamentos de Cundinamarca y Tolima, y se comercializa ilegalmente en la Región Capital.



Las entidades que convocan a la campaña, proponen como alternativas el uso de plantas vivas cultivadas en invernaderos (por ejemplo, la palma areca); la palma robelina que se usa en arreglos florales; ramos tejidos artesanalmente con amero de mazorca o juncos (provenientes de la Laguna de Fúquene); pañuelos y banderas con símbolos de paz y amor a la patria.





Además, alianzas como la Mesa Ecoteológica Interreligiosa de Bogotá D.C., integrada por el equipo de investigación ECOTEOLOGIA  (@ecoteologia) de la Pontificia Universidad Javeriana, la Secretaría Distrital del Ambiente (@ambientebogota)  y varias organizaciones cristianas, han desarrollado una reflexión teológica orientada al cuidado de la Creación y la responsabilidad ambiental de la Iglesia.


http://www.youtube.com/watch?v=oU3ssAjr_xk
Video: Aprende a armar tu ramo para el domingo de ramos con cáscaras de amero



Se trata de sustituir la materia prima de los ramos, sin perder la identidad de fe católica, sino más bien potenciando el significado de la celebración de la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús, y sus implicaciones en orden a transformar las relaciones entre los seres humanos y de éstos con la naturaleza según el querer de Dios.

El protagonista es Jesucristo, no los ramos

En esta perspectiva, el Domingo de Ramos tiene un fuerte acento mesiánico y una profunda invitación a la humildad que se centra en el misterio redentor de la cruz y la oferta de reconciliación que abarca toda la Creación.

“El Domingo de Ramos en la Pasión del Señor”, tiene un hondo significado para la Iglesia Católica. Es el sexto y último domingo de Cuaresma, pero tradicionalmente se le considera el inicio de la Semana Santa, cuyo núcleo principal es la celebración del Triduo Pascual. Por eso en este día, se entremezcla el júbilo de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén con la dolorosa memoria del relato de su Pasión.

La historia muestra que en la ciudad de Jerusalén se comenzaron a hacer representaciones reales de episodios de la vida de Jesús, entre ellas, la entrada mesiánica y la aclamación del pueblo con palmas y gritos. A su vez, en Roma, se hacía énfasis en el camino de la Cruz como vía de resurrección. Algo de ambas costumbres, se mantiene en la actual modalidad de celebración del Domingo de Ramos.

Pero más allá de esos detalles, lo fundamental de la liturgia es reconocer a Jesús como el Mesías, el Cristo, el Divino Salvador, en su vida, pasión, muerte y resurrección. Por eso, el signo profético de entrar a la ciudad montado en un burrito revela su proyecto de justicia, servicio y amor para toda la humanidad. Jesús entra como Rey a Jerusalén pero su estilo de reinado es desde la humildad y la entrega generosa a los demás. Es desde la cruz donde se refrenda la inmensidad del amor de Dios. Un Dios que capaz de sacar vida de la muerte, que transforma lo negativo en positivo, que construye a partir de la piedra que los arquitectos desecharon.

De ahí que al vitorear a Jesús en su entrada a Jerusalén montado en un burrito, el cántico de “hosanna” que significa “Sálvanos, ahora o danos la Salvación” es una alabanza y una súplica que sale de los labios de sus seguidores pero tiene la connotación actual de salvar la naturaleza creada por Dios y más aún, salvarnos en comunión con la Creación y el Dios Creador.

El burrito simboliza al antiguo Israel, el pueblo de la Antigua Alianza. El asno aún no montado por nadie representa la mansedumbre y dignidad del rey de la Nueva Alianza, según lo había escrito siglos atrás el profeta Zacarías (cfr. Zac 9,9)

Lo que pasa es que culturalmente se ha centrado más la atención sobre los “ramos” que en Cristo mismo, a veces convirtiéndolos en objetos mágicos y adoptando una actitud casi fetichista. No hay que olvidar que quien salva es Dios, que nuestro Dios uno y trino, es el Creador y por su infinito amor se ha revelado plenamente en Jesús, el Redentor. Nuestra alabanza se expresa de múltiples maneras y una de ella es la de continuar la tradición de los Evangelios narran: batir palmas, tender mantos para reconocer que el humilde Jesús, entrando en un burrito a Jerusalén, es el Rey de Reyes, es el Ungido, el único a quien debemos confiar nuestras cuitas y sueños, el Maestro a quien debemos seguir como discípulos misioneros, el que nos ofrece Vida en abundancia y nos enseña amar tal como El nos ha amado.

Cambia la materia prima y se enriquece el sentido cristiano

Pero ¿necesariamente esta entusiasta actitud de fe debe hacerse con los ramos fabricados con palma de cera, palma de vino u otro tipo de palma silvestre? Tal vez no. En primer lugar, porque la ecología y otras ciencias ambientales nos han alertado sobre los impactos que causa en los ecosistemas el hecho de utilizar masivamente estos materiales para elaborar los ramos. La legislación ambiental considera el uso de estas especies como un delito No excarcelable que da prisión entre 4 y 8 años (Se han preguntado ¿Por qué tan grave se considera este mal acto cívico?) 

Es que el mundo va cambiando. Ya no es el de antes. Cuando nuestros abuelos celebraban con ramos de palma de cera el inicio de la Semana Santa, éramos menos habitantes, había más palmas y no teníamos a mano, tantos datos científicos sobre la “huella ecológica” que estamos dejando con nuestro comportamiento, muchas veces consumista y depredador motivado por un aberrante afán de lucro que pone en riesgo la vida de muchas personas.

Además, si se revisa históricamente, de qué manera se ha celebrado el “Domingo de Ramos” notaremos que también la Iglesia se ha adaptado a los “signos de los tiempos”. Igualmente en cada continente, en cada país o en cada región se utilizan materiales propios, sin que sea una condición que la celebración de la fe esté asociada a un tipo de materia prima.

Aún más, al ir a la fuente de los relatos del Evangelio, las indagaciones bíblicas corroboran que el sentido de los ramos sólo se entiende desde una mirada pascual.

Los evangelios sinópticos narran que Jesús entró a Jerusalén y las personas lo alababan gritando “!Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del Señor”. Una frase tomada del Salmo 118, 26 y referida a un cántico procesional de acción de gracias. En ese mismo salmo, el versículo 27 invita a ir en procesión con “ramos en mano” como gesto triunfal y de confianza en Dios.


  • La comunidad de Marcos describe que muchos usaron “mantos” y “follaje cortado de los campos” (Mc 11, 8) para alabar al Mesías.
  • El Evangelio de Mateo, también habla de “mantos” y “ramas de los árboles” (Mt 21, 8) que  la gente tendía sobre el camino
  • Para Lucas, sólo se utilizaron mantos (o capas) y omite el uso de las ramas (cfr. Lc 19, 36). Si siguiéramos el Evangelio de Lucas, ¡no existiría Domingo de “Ramos”!
  • El Evangelio de Juan, narra que el gentío utilizó “ramas de palmera” (Jn 12,13) posiblemente replicando la procesión victoriosa que el Primer Libro de los Macabeos relata y en la que se utiliza “ramos de palma” (1 M 13,51) junto a instrumentos musicales y cantos de la época. Tal palmera, al parecer es una palma datilera, propia de la región de Palestina, que, por su forma, recordaba el ave fénix y por tanto, era símbolo de victoria, de un renacimiento triunfal.


Además, una revisión de imágenes sobre el tipo de elementos utilizados en las procesiones del Domingo de Ramos en Jerusalén o en el Vaticano, o varios lugares de Colombia u otros países del mundo, indica que la intención principal es aclamar al Mesías, haciendo uso de los recursos de la región y expresando artísticamente con lo mejor de la cultura nativa, esa confianza en el Salvador. De hecho, los estudios sociológicos que se han hecho en el altiplano cundiboyacense, señalan que el ramo es considerado un objeto sagrado, que se usa para proteger los cultivos y las casas, bendecir a las personas enfermas y espantar las malas energías.

En la medida que el cristianismo se fue arraigando en nuestro país, los artesanos ingeniaron maneras de tejer las hojas de palma y surgieron los ramos que tanta belleza le dan a la celebración litúrgica. El profundo sentido del Domingo de Ramos no entra en cuestión, lo que se plantea es una manera alternativa de alabar a Dios sin destruir su Creación.

Antes, éramos menos seres humanos y había más oferta de la naturaleza, lo que permitía no agotar la biodiversidad o al menos, dar tiempo a que se restaurar. Hoy la explosión demográfica y la reducción de especies, nos plantea un serio dilema que se torna mucho más complejo cuando comprendemos que cada especie tiene una interconexión en el ecosistema y que maneja sus ritmos y tiempos. Y si esto se analiza desde la perspectiva global del cambio climático adquiere una escala trascendente.

Además, hay especies que pueden cultivarse en corto plazo en viveros pero no es el caso de las palmas de cera y de vino pues son muy exigentes en su desarrollo y tardan años en alcanzar su madurez. Para muchas personas esto no es negocio. Además, lo más grave es que la forma en que se tala coincide con los períodos de florecimiento y afecta los sistemas de reproducción de las palmas lo que agrava el problema. Para sacar algunas palmas, matamos toda la planta. Sin ellas, se afecta el ecosistema. Si se estropea el ecosistema, nos hacemos más vulnerables, se acaba la vida, agotamos lo que por amor fue creado y tal vez en ese momento, volvamos los ojos a Dios para culparlo de los desastres que con nuestra negligencia hemos causado.

No es sólo flor de un día, es una actitud permanente de la vida

Por eso, la consideración de utilizar materiales más amigables con el ambiente para la elaboración de los ramos, tiene una seria base científica y un trasfondo ecoteológico profundo. Se trata de alabar a Dios, cuidando su Creación y evitando la contradicción de dedicar un día a aclamar al Señor mientras se condena la naturaleza y por ende a los seres humanos, a padecer durante el resto del año.

Esta misma reflexión se ha hecho extensiva a las implicaciones ecológicas de la práctica de la abstinencia, entendida como el evitar comer carnes rojas para consumir otro tipo de alimentos, como los huevos de iguana y carne de tortuga icotea, lo que ha llevado a un cruel exterminio de estas especies y una evidente incoherencia entre el cuidado de la vida que predica el cristianismo y el tipo de comportamientos y valores que se vivencian cotidianamente.



La campaña de Semana Santa también incluye la protección del Aguila Cuaresmera que, justo por esta época del año, migra desde el norte del continente y pasa sobre los valles del centro del país, corriendo el riesgo de ser cazada por deporte o por cábala para utilizar sus patas como amuleto.

Ahora que celebramos el inicio del pontificado del Papa Francisco y se evoca el sentido de humildad que implica la misión para tejer paz con conciencia ecológica y capacidad de diálogo intercultural e interreligioso, vale la pena valorar el profundo legado de los papas Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI en los más recientes 50 años cuando la crisis ambiental se ha agudizado. 

Por ejemplo, el Papa Benedicto escribió: “”La Iglesia tiene una responsabilidad respecto a la creación y se siente en el deber de ejercerla también en el ámbito público, para defender la tierra, el agua y el aire, dones de Dios Creador para todos, y sobre todo para proteger al hombre frente al peligro de la destrucción de sí mismo” (Mensaje para la Jornada Mundial por la Paz 2010 “Si quieres la Paz, cuida la Creación” en la que conmemora el Mensaje que en 1990, Juan Pablo II tituló “Paz con Dios Creador, Paz con toda la Creación”). 


Recientemente el Papa explicó que su nombre refiere a San Francisco de Asís, “el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y cuida toda la Creación” y lo enmarcó en un proyecto de “iglesia pobre y para los pobres”. En su primera misa como Obispo de Roma, recordó que nuestra vocación como seres humanos " Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres. Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien. En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sean custodios de los dones de Dios".


En síntesis, la comprensión de la vida como don sagrado, necesariamente conduce a la búsqueda de la reconciliación. Sin lugar a dudas, el ejercicio de resignificar la Cuaresma y la Semana Santa desde la perspectiva del cuidado de la Creación, puede ser un primer paso para una auténtica catequesis ecológica y el afianzamiento del aporte cristiano a la cultura de la sustentabilidad, la justicia, la paz desde la comunión con Dios y todo lo que ha creado con su infinito amor. En el contexto de un país que suplica que la paz sea posible, este hecho tiene singular valor.



NOTA: Extractos de este texto han sido publicados en el periódico "EL CATOLICISMO" y la Revista "VIDA NUEVA COLOMBIA" en marzo de 2013.