sábado, marzo 31, 2012

El efecto onda de una nueva ecología:

la hora del planeta es la hora de nuestra fe.

En los últimos años por medio de los diversos medios de comunicación, hemos logrado un alto nivel de información a velocidades impresionantes. Así mismo la onda expansiva se ha ido transformado en respuestas concretas a través de manifestaciones, blogs, movimientos entre otros. Ciertamente el reto de toda información es una verdadera metacognicion, capaz de ir más allá. Una onda que no sea de momento sino de constante transformación.


Hoy ante el llamado movimiento “la hora de la tierra”, en la casa en la cual habito ha  escuchado este mensaje. Se ha planteado un objetivo y la manera de unirse a estos 60 minutos como símbolo de algo que está más allá de la propia racionalidad. Pues pueden ser pocos o muchos minutos para generar un verdadero cambio pero en el fondo esa no puede ser la cuestión. Ante esto inmediatamente algunos se han preguntado, bueno, y después? Un cuestionamiento válido, puesto que el efecto de los 60 minutos son pocos para lograr que se transformen en criterios de vida.

Esto hace que veamos este símbolo como un llamando, así como sucede en los 60 minutos de una oración. Tomemos el tiempo en nuestras manos y cambiemos la hora por nuestra vida, la cual es enviada a la acción. Un compromiso constante, contemplativo y activo que se afecta y se despierta en el susurrar de la onda que va creciendo. Ante las múltiples interpretaciones tenemos la posibilidad de discernir, si los 60 minutos y lo que haga con ellos, es un tiempo "mio"  o nuestro, es una respuesta tan personal y tan global que llega incluso a definir  la vida en la tierra.
La reacción a la propuesta se podría titular: “por sus frutos los conoceréis”, una frase de Mt 7,15-20. En nuestra casa, los primeros frutos, se vieron en el tiempo del almuerzo. Tan solo hablar de la importancia o el sentido del cambio climático, ya fue un primer paso. En seguida, cuando algunos fuimos a tomar el café o a leer el periódico, la luz de la sala la encontramos apagada. Sucedió que un grupo que primeramente había llegado, tomó la iniciativa y apagó la luz de uno de los lugares más iluminados de la casa.  

Aquellos que suelen tomar el café lo hicieron normalmente, un grupo que lee el periódico se desplazó al lado de una ventana y continuó con su lectura. PERO, otros que también llegaron a lo mismo, simplemente se sentaron encendieron la luz para leer y punto. La reacción movió a uno de los presentes a invitarlo para apagarla, pero la respuesta fue no. Siendo todos invitados, hace parte de nuestra complejidad esperar un no, lo cual quiere decir que tu sí ahora es reconocido. La misión es que yo no me desanime y continúe caminando, porque el no es también una invitación que puede tener menor o mayor peso de la lógica y coherencia de la propuesta. Al final tan solo, la luz de el pequeño rincón del periódico estaba encendida.



Hoy en la hora de la tierra, más que 60 minutos, es un alto en el camino del día a día para asumir un verdadero compromiso. No podemos ser radicales y creer que tenemos que ser violentos para que todos se comprometan al instante. Partiendo del propio compromiso y la creatividad para hacerlo, cada uno de diversas maneras encontrará en sus justas proposiciones una forma de ser oración, o sea hoy actuando y en cada segundo viviendo. San Ignacio en la cuarta semana nos coloca en este camino, estar en el ahora(ora) y en la acción(ción), es por eso que por cada luz apagada es mayor la luz interna de nuestra conciencia que se irá transformado en luz para los demás.

Nelson Otaya, S.J.(*)
Roma-Italia


(*) NELSON OTAYA, S.J. Jesuita hermano, quien actualmente vive en Roma. Es licenciado en Teología de la Pontificia Universidad Javeriana. Bachillerato o laurea en Ciencias de la Educación, con la especialidad pedagogía Religiosa  de la Universidad Pontificia Salesiana en Roma. Actualmente candidato a la Maestría en Ciencias de la Educación con la especialización en catequética en la misma universidad. Con experiencia en el campo de estudio  a nivel educativo pastoral y ecológico.  Miembro del equipo de investigación Ecoteología de la Pontificia Universidad Salesiana