martes, octubre 04, 2011

ECO-ESPIRITUALIDAD



Germán Roberto Mahecha Clavijo

La noción ecoespiritualidad pretende expresar de una manera diferente la forma como se relaciona el hombre con la naturaleza —creación—, en la cual Dios se revela. Para ello se hace necesario explicar —y comprender— desde una perspectiva no convencional, los dos conceptos con los que se configura esta palabra: ecología y espiritualidad.

Acerca de la ecología

Asumir la ecología como originalmente la acuñara el biólogo alemán Ernst Haeckel en 1866 en su obra Generelle Morphologie der Organism,

Entendemos por ecología el corpus de conocimiento que se ocupa de la economía de la naturaleza: la investigación de las relaciones totales del animal con su medio inorgánico y orgánico, incluidas sobre todo sus relaciones amistosas u hostiles con los animales y plantas con los que establece contacto de manera directa o indirecta. En resumen: la ecología es el estudio de todas las relaciones complejas a las que Darwin se refería como las condiciones de las lucha por la existencia. Esta ciencia de la ecología, a la que a menudo, de forma imprecisa, se hace referencia como “biología” en un sentido estrecho, ha constituido hasta ahora el principal componente de lo que por lo común se denomina “Historia Natural” (Haeckel citado por Foster, 2000: 298)

 

tiene que alejarse de perspectivas antropocéntricas y deberá reconocer que el ser humano es uno de los organismos a los cuales se hace referencia en dicha definición.

Sólo de esta manera, será posible reconocer que es él, quien por tener la capacidad de reflexión y praxis entendida como la necesaria reflexión que se debe realizar antes y después de una actividad, tiene la responsabilidad de ser el portavoz de aquellos que no pueden darse a entender en lenguaje humano, en donde se incluyen los organismos de su misma especie, que quienes aun hablando el mismo idioma, no son escuchados los pobres.

Pero para que esto sea una realidad, es necesario que la persona se anime, se esfuerce, ponga todo su empeño y demuestre voluntad de querer hacerlo; en lenguaje coloquial se escucha que hay que meterle ganas, ponerle verraquera lloro con rabia y continuado de los niños (RAE, 2011)— o en el mejor de los casos, ponerle espíritu. Y esto es lo que genera y permite hablar de una espiritualidad.

Acerca de la espiritualidad

La espiritualidad es un concepto moderno y bastante amplio, que —según Álvarez, et. al., 1996:333hace referencia de manera simultánea a tres situaciones particulares: a todo lo relacionado con la vida espiritual, para hablar de las diferentes escuelas p.e. la ignaciana, la salesiana o la benedictina, entre otras, pero también para definirla como una ciencia práctica, existencial, de perfección evangélica.

Sin embargo, en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, se concibe la espiritualidad como aquello relacionado con el espíritu, y en una de sus acepciones, se encuentra que espíritu proviene del latín Spirĭtus y ésta del griego πνεῦμα pneuma, que se entiende como ánimo, valor, aliento, brío o esfuerzo.

La palabra pneuma es el prefijo que se utiliza para todo aquello que se relaciona con aliento, viento o aire de una forma propiamente dicha. De esta manera se comprenden palabras como neumático, neumonía o neumólogo. Y así entendido, no es extraño pensar en el segundo relato de la creación, cuando “Dios formó al hombre del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida” (Gn 2,7).

De esta manera, quien tenga un conocimiento mínimo de primeros auxilios, sabrá reconocer la importancia del procedimiento de salvamento básico denominado respiración boca a boca —o boca a boca-nariz para el caso de los niños menores de un año*—, la cual provee oxígeno a los pulmones de una persona cuando la respiración de alguien ha cesado**.

De lo anterior se puede entender que hacer referencia a la espiritualidad es hablar necesariamente del espíritu —fuerza, hálito, soplo, impulso— que el ser lleva dentro y que permite “mirar cómo Dios habita en las criaturas: en los elementos dando ser, en las plantas vegetando, en los animales sensando, en los hombres dando entender” (Arzubialde, 2009:558).

Y si se acepta que Dios habita de esta manera en toda su creación —entendida cotidianamente como naturaleza y ésta como medio ambiente que se relaciona con la ecología—, será posible pensar en un dialogo entre una ecología que ya no solo habla de los organismos, sino que entiende al ser humano como uno de estos y una espiritualidad entendida como un actuar libre y gratuito del ser humano a favor del resto de la creación —incluyéndose él mismo—, como se pueda empezar a proponer un camino propicio para profundizar en la noción ecoespiritualidad.

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* En niños menores de un año teniendo presente la fragilidad del mismo, no se utiliza el procedimiento de respiración boca a boca, sino la de boca a boca-nariz, abarcando con sus labios la boca y la nariz del niño.

** Piénsese en que Dios siendo todopoderoso —pudiendo soplar en el dedo gordo del pié—, hace las cosas sencillas y como deben ser: dar el soplo vital por la nariz. Pero también reflexiónese acerca de la fragilidad del ser humano comparada con la de un niño menor de un año, como para que Dios realice este procedimiento.


Bibliografía citada

Álvarez, Lorenzo, et. al. Diccionario Teológico Enciclopédico. Segunda edición. Editorial Verbo Divino. Navarra. 1996.

Arzubialde, Santiago. Ejercicios espirituales de San Ignacio. Editorial Sal Terrae. Bilbao. 2009.

Biblia de Jerusalén. Editorial Desclée de Brouwer. Bilbao. 1976.

Foster, John. La ecología de Marx: materialismo y naturaleza. Ediciones de Intervención Cultural/El Viejo Topo. Barcelona. 2000.

Real Académica Española. Diccionario de la lengua española (enero de 2003), http://www.rae.es  (consultado, para espiritualidad y espíritu el 25 de agosto de 2011).