jueves, abril 29, 2010

MARCO HISTORICO SOBRE LA RELACION ENTRE LA BIOÉTICA Y LA TEOLOGÍA

La historia de la Bioética nos recuerda que la misma nació gracias a una necesidad que tuvieron varios médicos frente a su cotidianidad en el ejercicio de la medicina, ya que existían ciertos casos específicos en dónde los avances tecno - científicos de la medicina, y de la Biología no les proporcionaban herramientas para dar posibles soluciones a ciertos casos, por lo tanto tuvieron que abrir el espectro del conocimiento para que su quehacer como profesionales de la medicina fuera más eficiente frente a realidades que los desbordaban como el Aborto, La Eutanasia, Suicidio Asistido, etc., además los avances científicos sin ningún tipo de control podrían poner en peligro la vida del hombre y del planeta en general, por lo tanto comenzaron a vislumbrar nuevos horizontes en lo que ellos llamaron BIOÉTICA, encabezado por Van Rensselaer Potter, quién “en 1971 escribe un libro acerca de su preocupación frente a la creciente tecnificación de la medicina, las técnicas biológicas y la necesidad de no perder de vista la tarea humanitaria de la medicina , de pensar en las personas por sobre todas las cosas. Tituló su libro Bioética. Puente hacia el futuro, y en él propone la creación de una nueva disciplina, la Bioética para unir la cultura humanística con la cultura Biotecnológica: Bioethics: Bridge to the future (Asnariz, Teresa, 1998)”.

Pero cabe una pregunta pertinente a lo dicho, ¿será que antes ninguna ciencia se pregunto por los mismos problemas que la Bioética se cuestionó en el momento?

La respuesta es que antes de que la misma Bioética se pusiera hablar sobre los problemas de los avances tecno- científicos para salvaguardar la vida misma, y sobre el quehacer de la medicina frente al caminar raudo de la ciencia, la Teología ya se había pronunciado al respecto, por ejemplo; “la Teología católica ya tenía documentos que hablaban sobre el delicado tema de la deontología médica, pero en el campo protestante, J. Fletcher, acentuó sobre “la importancia de la decisión libre, en su Morals and Medicine (1954) abogaba por el derecho a ser informado por la verdad, a controlar la paternidad, a morir, etc. Dos años más adelante P. Ramsey sostuvo una postura más moderada que coincidía con los católicos en el rechazo de la inseminación artificial con semen donante, y de la eutanasia activa.

Con el Vaticano II se crea un clima de apertura, libertad y respeto a la pluralidad. A partir de 1965 el interés por las cuestiones de la ética acrecentó hasta tal punto en USA, que, desde el campo filosófico y religioso, se contribuyó poderosamente a la constitución de la Bioética como disciplina (Masiá Clavel Juan, 1991)”; debo aclarar que desafortunadamente el Concilio Vaticano II no tuvo la fuerza necesaria analizado desde este punto de vista, debido a que la Encíclica Humanae Vitae dio marcha atrás a este ideal ya que subyace una moral más escolástica –jurídico que bíblico-antropológico, es decir a la moral de diálogo se le opone una moral de recetas.


Cómo lo mencione anteriormente la Bioética nace aprox. en los años 70´s y rompe con todo el marco de de la tradición judeo cristiana , en la que surgió, y se ubica en un plano más filosófico, es decir sin ninguna teología que lo subyace, y sin ninguna confesionalidad, es decir deja atrás una moral de receta, para evolucionar a una ética vacía, es decir en dónde las verdades se construyen gracias a los diferentes saberes y conocimientos, por medio de los consensos y discensos, para así construir un episteme que le apueste a la vida en general; pero con esto no se puede ocultar algo, y es que la Bioética en algún momento se tuvo que alimentar de las diferentes reflexiones de la Teología, ya que estos antecedentes históricos lo demuestran.


A manera de conclusión es válido decir que la Teología puede aportar mucho a la Bioética, siempre y cuando sea una Teología que fomente el diálogo, es decir una Teología de propuestas más de respuestas, ya que puede iluminar ciertos valores, y además le va a proporcionar al creyente momentos de reflexiones profundas que le permitan encontrar caminos de liberación acordes con su confesionalidad; deseo citar esta referencia de cara a identificar los retos en los que no sólo temáticamente, sino epistemológicamente, realiza la Teología frente al diálogo entre ciencia y Teología:


“La Asociación de Teólogos/as Juan XXIII con sede en Madrid, ha celebrado su XXVI Congreso de Teología en el mes de septiembre del 2006, dedicándolo a la interrelación existente entre biología, ética y cristianismo. De los diversos temas que se trataron, señalamos: a) el avance espectacular en los últimos 50 años de la Revolución Biogenética, destacando entre otros, el mapa del ADN, el código genético, la función de los genes y el cerebro humano; b) el principio de la vida, con las implicaciones éticas en cuanto a la reproducción asistida, aborto, trasplantes y células madres embrionarias; asimismo, uno de los temas estelares fue, c) el final de la vida, centrándose principalmente en la eutanasia. Otro gran grupo de temas son los relacionados con la Bioética, la justicia y la ecología, reflexionando sobre la vida amenazada de los pobres en el Tercer mundo, principalmente en África y Latinoamérica. El ser más perjudicado en este campo, como en otros muchos, es la mujer empobrecida y marginada. En la globalización neoliberal, si bien el desarrollo científico y técnico esta sirviendo para el bienestar de los pueblos del Primer mundo, se está usando, también, para la explotación y empobrecimiento de los pueblos del Tercer mundo. La oficialidad en la Iglesia, sigue manifestando sus preferencias por el uso de métodos naturales, rechazando los artificiales. Sin embargo, muchos teólogos y científicos bioéticistas creyentes se manifiestan más cercanos a los avances de la ciencia. Ambos, sectores oficiales y teólogos, optan decididamente por el respeto a la vida del ser humano, principalmente de los más desamparados y empobrecidos. Ello significa que, en la Iglesia estamos necesitados de un gran debate sobre la distinción de pre-embrión o cigoto (potencia humana para algunos) y embrión (ser humano para todos), eutanasia y muerte clínica, células madres para curar enfermedades y fecundación in Vitro (en medio artificial), uso del condón para la prevención del sida y métodos naturales de control de la natalidad, etc. Pues parece que mientras los científicos avanzan en avión supersónico, los cristianos caminamos en carreta de bueyes, salvo excepciones.


Se necesita una nueva ética, que tenga en cuenta los avances científicos, aunque el respeto a la vida permanezca inmutable. El papa Benedicto XVI, en una entrevista en Radio Vaticano, a llegado a afirmar que, en la Iglesia debemos superar las aptitudes condenatorias: “no a esto, no a lo otro”. Ello significa que no podemos oponernos sin más a los avances científicos solamente porque nos superan. Si la Iglesia se opuso a la democracia y a las libertades, luego a los derechos humanos, para terminar asumiéndolos en su Doctrina Social del siglo XX; en las cuestiones de Bioética debemos ir al compás de los avances científicos, aunque siempre en defensa del hombre, de la vida y de los pobres”[1].

Por Santiago Arango: biólogo, magister en Bioetica, pastoralista

1. Serrano, Pedro. Bio-ética, En Movimiento apostólico seglar, Octubre 12 de 2006. Disponible en línea: http://www.movimientoapostolicoseglar.org/spip.php?article11 Consultado: Octubre 04 de 2007


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