UNA ENCÍCLICA PARA “HACER LÍO”
Alirio
Cáceres Aguirre[1]
Imagen de Gonzalo R. Checa (http://www.vidanueva.es/2014/06/05/el-peligroso-descarte-ecologico/#more-122389) |
Tal
como les pidió a los jóvenes argentinos en Brasil (25-julio-2013), el Papa
Francisco está “haciendo lío”, como vocero de una Iglesia que sale de sí al
encuentro del Dios presente en la historia.
En
la Encíclica dirigida, no sólo a los creyentes católicos, sino a todas las
personas de buena voluntad, el Papa se lanza como un joven de 78 años a cumplir
lo que el mismo propuso: “quiero lío en las diócesis, quiero que se salga
afuera, quiero que la Iglesia a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo
que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo
que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos, las
parroquias, los colegios, las instituciones son para salir…”
El
sentido del mensaje va orientado a promover que la Iglesia salga de su “zona de
confort” y se ponga al servicio de la humanidad. En este contexto, la crisis
ambiental se convierte en un pretexto suficientemente universal para convocar a
cambios de fondo en la manera como el cristianismo se vive en los tiempos
actuales. La cuestión ecológica es un asunto universal. No hay persona,
institución, estado, ONG u organización religiosa que pueda ser ajena al
deterioro de las condiciones de vida en el Planeta. El cambio climático es un
problema transversal que sin distingo de credo, nacionalidad, género, ideología
atañe a toda la humanidad (cf Mt 5,45). Por eso, no es un dato menor que la
Encíclica haya sido firmada en la fecha de la fiesta de Pentecostés y que un
ortodoxo, un científico agnóstico, un cardenal africano, una mujer oriental,
hayan intervenido en el evento de presentación oficial de “Laudato Si´”. El
Papa busca unidad, reconociendo la diversidad. La alabanza al Creador va
acompañada por la efusión del Espíritu en una perspectiva trinitaria relacional
que se reitera a lo largo y ancho del documento pontificio.
La
Encíclica está haciendo lío incluso antes de ser publicada. Hace lío porque
aborda un problema común, generalmente vinculado a las ciencias naturales. El
diálogo entre fe y razón, teología y ciencias, aun no es bien comprendido ni en
la sociedad ni en algunos sectores de Iglesia.
Hace
lío porque la ecología como tal tiene varias escuelas y a las problemáticas
ecológicas se le han dado varias interpretaciones, algunas de ellas que excluyen
o minimizan la responsabilidad humana en la crisis.
Hace
lío porque pone a la Iglesia como un actor social que se preocupa y ocupa de
situaciones humanas concretas. Hay quienes siguen pensando que la Iglesia debe
ocuparse de temas “espirituales” y la salvación de las “almas” sin inmiscuirse
en decisiones políticas, económicas o tecnológicas.
Incluso,
también hace lío por juntarse con otras tradiciones religiosas y citar fuentes
musulmanas como Ali Al-Kawwas, ortodoxas como el Patriarca Bartolomé,
protestantes como el filósofo Paul Ricœur, católicas como el polémico
visionario Teilhard de Chardin…
Hace
lío porque denuncia un tipo de economía que acaba con la vida y privilegia los
beneficios de unos pocos por encima de la dignidad de muchos otros de la
presente generación y las futuras. En esos muchos otros, hay una inmensa
mayoría viviendo en la pobreza.
Hace
lío porque donde muchos ven recursos naturales para ser explotados, el plantea
una visión sagrada de cada ser y de la trama relacional a la que pertenece, la
creación de Dios.
En
este marco, hace lío para algunos que han visto con sospecha la figura de
Francisco de Asís por considerarla dulzona e inocua, pese a que este “loado
seas” de la Encíclia tenga las proporciones cósmicas, la prioridad del profetismo y la justicia, y el profundo sentido de
celebrar eucarísticamente en el “altar del mundo”.
En
fin, el tema escogido para desarrollar la Encíclica es supremamente complejo y
no está desprovisto de controversia. Mi intuición es que el Papa hizo
discernimiento y en plena conciencia planeó formar este “lío” a nivel
planetario. La estrategia publicitaria de expectativa, la calidad y amplitud de
las consultas previas, los avances que en cada entrevista, alocución u homilía
iba dando, así lo indican. Pero también hay que admirar, la estrategia de
comunicación, muy destacada respecto a la calidad el evento de lanzamiento,
sino también del uso de redes sociales. El @Pontifex_es que tuiteaba una o dos
veces al día, ¡tuiteó más de 60 veces en 24 horas con mensajes extraídos de la
Encíclica!
Se
sabe que a principios de julio, se diseñará una estrategia pedagógica para que
la recepción de la Encíclica sea activa y proactiva. Nada se deja al azar pese
a la profunda confianza en la acción del Espíritu que renueva la faz de la
tierra.
Hoy
#LaudatoSi´ es tendencia mundial y lo será en los foros eclesiales, ecuménicos,
económicos, políticos. En especial, en los “aerópagos” en los que se debatirán
las medidas para mitigar el cambio climático. Allí, con certeza, habrá lío
porque entran en juego consideraciones éticas inspiradas en una concepción
sagrada de la vida.
Tal
vez este punto sea el que más ocupe las páginas de la prensa pero no podemos
olvidar que el Papa invita a una “conversión ecológica” que se evidencie en una
“ecología cotidiana” capaz de leer el “Evangelio de la Creación”. En ese
escenario la tarea de la Iglesia como “casa y escuela de comunión” adquiere
unas enormes proporciones. Hay un reto inmenso en generar procesos de educación
ecológica que conduzcan a una revolución cultural, a la par que se implementa
una reconversión tecnológica y se recupera el sentido humanista de la economía.
La
Encíclica no tiene un sabor desconocido para las comunidad eclesiales en
América Latina, pues pese a que recoge el Magisterio desde el Concilio Vaticano
II y destaca aportes de Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI,
tiene una gran referencia al Documento de Aparecida en cuanto al abordaje de la
cuestión ecológica y el método teológico implícito: ver la realidad desde la
identidad cristiana, juzgarla y discernirla desde la sapiencia bíblica y el
quehacer teológico, actuar para transformar sin perder el sentido celebrativo.
Además,
la mención a comunicados de las Conferencias Episcopales en Bolivia, Paraguay,
Brasil, República Dominicana, México, Argentina le dan un matiz contextualizado
que se correlaciona con situaciones de Nueva Zelanda, Sur de África, Filipinas
y Asia en general, Canadá, Estados Unidos, Alemania, Portugal. Una mirada de
conjunto a nuestra casa común que se está convirtiendo en un basurero por causa
de la cultura del descarte.
Es
claro que la matriz epistemológica para llegar a estas afirmaciones es un
paradigma relacional complejo y esto tiene profundas implicaciones en los
significados de la Divinidad. Ya no es un Dios solitario sino solidario. Un
Dios que es relación. Una relación de amor desbordante. Un Dios que se comunica
e interrelaciona en su Creación.
El
espacio de este comentario inicial se agota y aún faltan más sesiones
colegiadas para ahondar en el mensaje de la Encíclica. Tan sólo dejo planteada
la preocupación por el impacto de las actividades extractivas en nuestros
territorios y el aumento de conflictos ambientales por la voracidad del
mercado. Los gobiernos y las corporaciones transnacionales no parecen estar
dispuestas a ceder en sus pretensiones. Tal vez sea posible incidir en
sociedades donde la tradición judeo cristiana haya dejado rastro, pero al
gigante de la China, ¿quién lo ronda?
Todo
texto tiene su contexto y su pretexto. Laudato Si´ contiene la fuerza de la palabra profética y sin lugar a dudas,
hará lío. Ni la Iglesia ni el mundo ni el movimiento ecuménico ni el diálogo
interreligioso e intercultural serán lo mismo después de este pentecostés
inmortalizado en la fecha de Laudato Si´. Tampoco el movimiento ambiental. De
hecho la ecología deja de ser “verde” para tornarse multicolor. El cuidado de
nuestra casa común requiere reencantarse con la policromía de la vida. Una
reconciliación con la Creación de la que hacemos arte y parte.
[1]
Fundador del Equipo ECOTEOLOGIA en la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá,
Colombia). Diácono Permanente de la Arquidiócesis de Bogotá. Animador
Arquidiocesano para el Cuidado de la Creación.
Coordinador de la Mesa Ecoteológica Interreligiosa de Bogotá D.C.
(MESETI). Miembro del equipo asesor del CELAM sobre actividades extractivas
(DEJUSOL) y de la red “Iglesias y Minería”. Ingeniero Químico, Especialista en
Educación, Magister en Teología, Auditor ISO 14001 & OHSAS 18001, actualmente
se desempeña como asesor y consultor de proyectos ambientales, ecopedagógicos y
pastorales. Correo-e: ecoteologia@gmail.com
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