martes, diciembre 28, 2010

LOS SANTOS INOCENTES SON HOY...

LOS SANTOS INOCENTES SON HOY
LOS ECOSISTEMAS Y LOS SUJETOS QUE LOS CONFORMAN


Por John J. Castiblanco P.
Teólogo Universidad Javeriana


En la búsqueda del sentido histórico de esta conmemoración que tiene referencia exclusivamente bíblica remite a preguntar acerca la historicidad del cruel hecho. Sabemos que la tradición cristiana desde el siglo IV hace esta conmemoración (28 de diciembre en la Iglesia de Occidente y 29 de Diciembre en la Iglesia de Oriente) en la que reconoce como mártires a esos niños que menciona el evangelio de Mateo. Llama la atención que sea un día especial dentro del tiempo litúrgico de la Navidad este, es decir, que sea una conmemoración sobre la triste muerte de inocentes en un tiempo en el que lo que se respira es la esperanza de la vida expresado en el sol que la calienta (solsticio de invierno) y la hace resurgir en medio del frío.

Es un cuestionamiento que puede llevar a preguntar acerca de la veracidad histórica de ese infanticidio y detrás de este cuestionamiento cabe la posibilidad de interpelarnos por el sentido o interés actual que tiene esta conmemoración para los creyentes cristianos y los que no lo son, pero que asumen las bromas llamadas “inocentadas”. ¿Un hecho tan grave y calamitoso puede dejarse tan fácilmente en el olvido de la historia humana que solo se tenga  razón en un escrito bíblico? ¿Será una exageración en la que incurrieron los primeros cristianos para expresar tácitamente las persecuciones romanas (status quo) que propiciaban mártires entre ellos? ¿Fue una referencia más sobre la infancia de Jesús que el evangelista Mateo desarrolla para presentar a los venidos del judaísmo que Jesús es el rey-mesías que esperaban y del que hablan las profecías como aquel que nació del pueblo perseguido desde su nacimiento y escogido por Dios para revelar la salvación a toda la humanidad empezando por este mismo pueblo?

Pues bien, al no encontrar otras fuentes más que la bíblica y la de la tradición litúrgica de la Iglesia, queremos presentar una comprensión que conjuga los horizontes literario e histórico desde una compresión teológica para suscitar en nuestros lectores una conciencia acerca del drama de la vida y la muerte que se entreteje hoy en el planeta Tierra, debido a la actitud herodiana de destrucción que los seres humanos tenemos contra la naturaleza y que desdibuja la lógica de Creación que garantiza la permanencia y transformación de los ecosistemas y de los sujetos que los componen y que diariamente se disponen para la generación de la vida. Actitud herodiana expresada en el antropocentrismo cerrado que desconecta al ser humano con su entorno y lo empodera ciegamente sin medir las consecuencias de ese actuar.

Serán tres momentos en los que reflexionaremos, dejando el último aún dispuesto para que los lectores interpelen a la especie humana y propiciemos actitudes evangélicas acerca del cuidado de la Creación para el próximo año como un compromiso con la memoria de los inocentes víctimas de la ignominia herodiana. Estos son los tres momentos propuestos: 1. Intencionalidad del evangelio de Mateo; 2. Un acercamiento a la comprensión del relato de Mt 2, 13-18; 3. Intuiciones desde la tradición cristiana.


1.      INTENCIONALIDAD DEL EVANGELIO DE MATEO
El evangelio de Mateo, está dirigido a judíos que viven en Palestina a finales del siglo I d.C. y que habían aceptado la fe cristiana, es decir, la novedad del mensaje proclamado por Jesús, así como trasmitido y vivido por sus primeros seguidores. Estos judíos llamados «Nazarenos» que vivieron en la tierra de Jesús un poco más de 50 años después de su muerte son tenidos bajo sospecha entre los más radicales grupos político-religiosos judíos del primer siglo de nuestra era y por lo mismo separados de los judíos radicales por aceptar que en la persona de Jesús se cumplían las profecías veterotestamentarias sobre el rey-mesías.

Con ello entendemos que la intencionalidad de este evangelio es formar y fortalecer la fe de cristianos provenientes del judaísmo, que conocían y estaban a la espera del rey-mesías, por lo cual el esmero del autor de este evangelio está en citar con frecuencia asuntos que están relacionados con la fe y promesas judías para expresar la plenitud de aquellas en la persona de Jesús.


2.      UN ACERCAMIENTO A LA COMPRENSIÓN DEL RELATO DE Mt 2, 13-18
Este relato bíblico se remonta a la leyenda judía de los nacimientos que quisieron deliberadamente evitarse (Ex 1, 15-22) en época del Faraón Egipcio Ramses II —posiblemente en 1279-1213 a.C.— y que desde la perspectiva de la fe de un judío que ha aceptado la fe cristiana (Mateo), ratifica que en la historia humana está presente la alternativa de Dios salvador que se manifiesta con la victoria de la Vida sobre la muerte (Teología). En el relato del Éxodo el niño protegido se llama Moisés (referente central de la fe histórica de Israel) quien es salvado por Dios en la decisión tomada a conciencia por parte de las parteras que desobedecieron la orden del Faraón de asesinar los niños y dejar vivas a las niñas. Por su parte, en el relato evangélico el niño es Jesús (reconocido como el esperado rey-mesías de todas las naciones, representadas en los magos venidos de Oriente Cfr. Mt 2, 1-12), quien es salvado, desde la creación literaria del evangelista, por el mensaje que recibe José en un sueño por el que el ángel de Dios que le informa del acontecimiento brutal de matanza de inocentes que planeaba el rey Herodes, por lo que debe preparar la huida a Egipto junto con su esposa María y el recién nacido Jesús.

De Herodes, llamado el Grande, tenemos noticia de su habilidad política y diligencia administrativa, pero también que fue sanguinario, cruel y brutal en su gestión, quizá por la paranoia creada en el temor de terminar asesinado como su padre Antípatro, quien fue traicionado por sus más cercanos que aspiraban al poder político y económico a su cargo. Se sabe también de Herodes que era un político astuto y sagaz en la región imperial de Judea y que, a como diera lugar, buscaba realizar su mandato regio en aquella región buscando la aceptación de sus habitantes de origen helénico y judío, pero a la vez para mantenerse en su poder como rey debía seguir teniendo el beneplácito del mismo emperador romano —que sería Octavio luego de la batalla naval de Actio en el 31 a.C.— Esta región corresponde, en buena parte, al territorio disputado hoy entre palestinos y judíos.

Años atrás a esa batalla naval (40 a.C.) Herodes había sido nombrado por un decreto del senado romano y apoyado por Octavio y Antonio como rey amigo y socio del pueblo romano (rex amicus et socius populi romani), es decir, que debía ser rey vasallo de Roma, lo que se manifestó en la complacencia y dedicación al Emperador de varias de las obras arquitectónicas realizadas en Judea en su administración (p.e. la Fortaleza de Antonia;  Sebaste o Augusta y Cesaréa marítima). En relación a nuestro relato bíblico, de Herodes se afirma también que no era de origen judío, sino idumeo, que fue un pueblo obligado a convertirse al judaísmo en el año 128 a.C. —por el rey asmoneo Juan Hircano, hijo de Simón Macabeo—, por lo cual los habitantes de la Judea que Herodes gobernó no lo aceptaban como rey por no ser de estirpe judía. Sin embargo, como astuto político ganó su reconocimiento entre los judíos construyéndoles el Templo de Jerusalén, el que conoció Jesús. Con las obras de construcción favoreció el empleo para helenos y judíos y con ellas favoreció el comercio incrementando el tráfico de mercancías.

Con este rápido perfil se descubre que el evangelista Mateo presenta a Herodes el Grande como una personalidad que representa el egoísmo humano que se niega a ceder o compartir su poderío a otro, que en este caso creyente sería el Otro, con mayúsculas y que  por el contrario alimenta un tremendo miedo que le hace sentirse amenazado en su poder como rey.  El evangelista expresa que Herodes temía ser relevado por un nuevo rey-mesías que estaba siendo esperado y prometido en profecías (Mt 2, 3) y perder lo que tantas intrigas, servilismo y sangre le habían costado. Ese rey-mesías es aquel que venían buscando los reyes magos venidos del Oriente que, en su búsqueda, cruzaron su camino con Herodes, por lo que este malvado rey tembló y decidió que no podía permitir que las profecías judías del nacimiento de un nuevo rey-mesías se cumplieran, llevando a cabo un plan para evitarlo (Cfr. Mt 2, 13b).

La acción de Dios en la historia emerge salvando a su Hijo, así como lo hizo con Israel cuando lo sacó de la esclavitud de Egipto. Es por ello que el evangelista propone de nuevo el comienzo de la acción de Dios en aquellas tierras  de Egipto en donde inición la liberación y que aquellos judíos a los que dirige su mensaje reconocían desde su fe, manifestando que Dios aleja del alcance de Herodes al recién nacido rey-mesías y lo protegerá hasta cuando llegue la muerte al malhechor (Mt 2, 19).

Pero también son importantes en este relato los magos venidos de Oriente que, siendo reyes también, tuvieron en su búsqueda una actitud diferente a la de Herodes y fue la del reconocimiento de ese Niño como el Rey prometido en las profecías que conocían y que los llevó a seguir la estrella para que encontrado lo pudieran adorar. Como recompensa por haber creído en la promesa podemos interpretar que en este relato fueron advertidos en sueños para que regresaran a sus lugares de procedencia, pero por un camino distinto al que tuvieron de venida a Belén. Este camino de regreso será nuevo y sin estrella porque ya tienen la luz en ellos y con la satisfacción de haber visto cumplida la promesa que motivo la salida de sus reinos.


Ese camino nuevo resultaría para Herodes un burlezco de parte de estos emisarios venidos de todas las partes de la Tierra  que no le informaron del rey-mesías encontrado y quizá este dato motive el sentido festivo, alegre y algo pícaro de las inocentadas del 28 de Diciembre.


3.      INTUICIONES DESDE LA TRADICIÓN CRISTIANA
Antes que nada es conveniente revisar porque la tradición litúrgica ubica en el siglo IV esta conmemoración. Este siglo se caracterizó por las determinantes políticas del emperador Constantino y sus hijos, quienes luego de su muerte se reparten el Imperio de su Padre (Constantino II: Galias; Constante: Italia y Yugoslavia; Constancio: Oriente). Es una era de luces y sombras en la historia de la Iglesia, pues en esta historia se denota fuertemente la influencia política del emperador Constantino en la vida eclesial promoviendo y convocando concilios para poner la Iglesia bajo su interés (cesaropapismo). Pero también fue un siglo de luces, pues en el reconocimiento de la tradición cristiana escrita durante los tres siglos anteriores por los Padres Apologistas cristianos permitió consolidar la doctrina cristiana que sería definitiva para la identidad de la fe cristiana en adelante. Tal trabajo lo logran los nuevos escritores cristianos llamados para la posteridad Padres de la Iglesia que cimentan la doctrina cristiana como respuesta al drama de las herejías cristianas que se presentan en ese siglo (disputas teológicas) y a las imprecisiones y vaguedades dejadas por diversos escritos que hoy reconocemos como apócrifos que daban lugar a tergiversaciones del mensaje cristiano. Es así que se da en esta época la redacción y aceptación del Credo actual como fórmula de fe.  Así mismo, en la vida interior de la Iglesia se suscita el movimiento monástico en el que hombres y mujeres dejan ciudades un deciden vivir en la meditación del evangelio y la oración continua en comunidad.

También tenemos otros sucesos que llevarán a debilitar a Roma y propiciar la invasión de los pueblos llamados «bárbaros» que en avanzada desde el norte de Europa van relegando y somentiendo ciudades hacia el mar Mediterráneo, con lo que se da el fin del Imperio Romano (476 d.C.). Sin embargo, el cristianismo había logrado su favorecimiento desde el año 313 d.c. evitando su persecución y por el contrario, alcanzando su reconocimiento en las fronteras geográficas del imperio romano.

Con lo anterior intuimos que la datación de la conmemoración de los «Santos inocentes» en este siglo IV responde a esa tarea de cimentación de la doctrina cristiana que se expresa no solo en la disertación filosófica y argumentativa para la corrección de las herejías acerca de la persona divina y humana de Jesús que se llegan a consolidar en el planteamiento de las fórmulas de fe cristiana y en los dogmas basados en las Sagradas Escrituras, sino también en las celebraciones y conmemoraciones litúrgicas que actualizan esos contenidos formulados y dogmáticos como la acción del Dios de la Vida en la historia humana, que vence a pesar de las vicisitudes y negaciones humanas de su poder.

Con ello en nuestra tarea de revisar el sentido ecoteológico de la conmemoración de los «Santos inocentes» vemos que la capacidad humana de no reconocer al Creador crea concomitantemente en el ser humano una falsa imagen de sí, divinizándose y negando su real papel como continuador de la lógica creadora con la que el mundo ha sido hecho. Esa negación la denominamos, desde este relato de Mateo, «actitud herodiana», caracterizada por la destrucción de la Vida desde sus fermentos y la vemos hoy en los desmanes de la ciencia sin conciencia (en la genética que manipula y no cura; en la creación de lluvias artificiales que alteran ecosistemas locales con repercusiones mundiales); en la estructura de los sistemas económicos depredadores que someten no sólo a la naturaleza como veta inacabable, sino al ser humano esclavizándolo e incluso asesinándolo en esa lógica inhumana del mayor beneficio con poca inversión; en el deseo de poseer lo que otros tienen suscitado por el deseo y la envidia, como por ejemplo la explotación de bienes naturales no renovables sin una compensación justa a la naturaleza y los habitantes de las zonas en las que se encuentran tales recursos; se evidencia también en el trato inhumano dado a las demás especies quitándoles sus territorios, evitando la gestación de nuevos especímenes o explotándoles (piel de focas, aletas de tiburón, etc.), atacando sus hábitats para experimentaciones, para expansión de urbes o invasiones no controladas y sin responsables como ha ocurrido con los derrames de petróleo en ríos y mares, así como otras sustancias contaminantes en el aire que respiramos.

Si algunos se preguntan acerca de la veracidad histórica del infanticidio cometido por Herodes el Grande y encuentran que el relato bíblico es un hecho no ocurrido más que en la genialidad del escritor del evangelio, porque de lo contrario habrían logrado datos arqueológicos e históricos que respaldaran ese suceso; de lo que si no deben tener duda es de la persistente presencia en el acontecer histórico de la actitud herodiana con la que la especie humana está cabando su propio exterminio en medio de un lugar que existe para dar vida y para transformarla. Es por ello que concluimos invitando a los lectores a que reconozcan que entre tantos inocentes hoy el santo inocente es toda la naturaleza, creación de Dios y de la  cual hace parte el ser humano, y su llanto lo podemos leer en los desajustes climáticos que someten y ponen en vilo el orden de toda forma de vida en nuestro planeta.


Nuestro compromiso es buscar otros caminos, así como lo hicieron los reyes magos venidos del Oriente para construir y rehacer de manera alternativa la historicidad que hoy construimos en medio de las dificultades ante las que la vida, en todas sus manifestaciones, se las ve por el ataque y diversas formas de muerte. Caminos que no son otros sino los de la humanización de las ciencias y el replanteamiento de  las actitudes herodianas que permean  los procesos de desarrollo y progreso que la especie humana ha venido construyendo.