jueves, octubre 27, 2011

EL ESPIRITU DE ASIS

DECLARACION INTERRELIGIOSA:
"Cuida la tierra y germinará la paz"

El 27 de octubre de 2011 en el Templo de San Francisco, representantes de varias religiones manifestaron el siguiente compromiso en presencia de autoridades políticas, Organizaciones No Gubernamentales, medios de comunicación y ciudadanía en general.  El marco de la Declaración es la memoria de los 25 años del encuentro del Papa Juan Pablo II con líderes de las religiones del mundo para orar por la Paz. Por tal motivo, el Papa Benedicto XVI convocó a un nuevo Encuentro, esta vez, contando con la participación de agnósticos y delegados de más de un centenar de tradiciones religiosas quienes reflexionar, dialogaron y oraron como "Peregrinos de la Verdad, Peregrinos de la Paz". Aquí se puede leer el Mensaje del Papa para la ocasión:



Este es el texto que algunos líderes religiosos de Bogotá firmaron y que contó con la participación activa del coordinador de la Mesa Ecotelógica Interreligiosa del Distrito Capital como miembro de una Comisión integrada también por un frayle franciscano, una teóloga metodista y un experto en religiones.





Al amparo del Espíritu de Asís y bajo la tutelar mirada de los cerros orientales del Distrito Capital, nos hemos reunido para dar gloria a Dios por el maravilloso regalo de la Creación de la cual hacemos parte y a la que tenemos la inmensa responsabilidad de cuidar y orientar en su tránsito hacia la plenitud del Creador.

No dejamos de admirarnos por los insondables secretos de los paisajes y ecosistemas del altiplano, que nos mueven a valorar el agua, los suelos, el aire, la flora y la fauna, y nos ayudan a reconocernos hermanos y hermanas en el mismo Dios del Cielo y de la Tierra.

Con el corazón sobrecogido, redescubrimos que esta porción de territorio, que constituye nuestro hogar, hace parte de un hermoso país que, a su vez, se inscribe en una casa más grande que llamamos Planeta Tierra y nos integra a la infinitud del Universo, con sus galaxias y constelaciones.

Y justamente, 2.600 metros más cerca de las estrellas, nos hemos congregado para orar por el fortalecimiento de nuestra fraternidad universal y ratificar nuestro compromiso en el cuidado de la Creación de Dios, desde la riqueza de cada una de nuestras tradiciones religiosas y la sabiduría que cada una de ellas ofrece.

Por eso mismo, no podemos dejar de expresar nuestra preocupación por la ruptura de esta comunión cósmica y manifestar nuestra indignación ante los atentados contra la dignidad de la vida que constantemente estamos padeciendo.

No consideramos correcto que la vida se cosifique y se instrumentalice hasta convertirla en una mercancía.

No es éticamente tolerable ni moralmente aceptable que la Creación esté siendo profanada en un afán despiadado por el lucro, en detrimento de la sustentabilidad de la vida de las generaciones presentes y futuras.

Rechazamos toda forma de violencia y discriminación, toda forma de manipulación y sometimiento pues lo consideramos contrario a los designios del Creador.

Más bien, queremos mostrar que la sincronía y la concordia son un camino de unidad en medio de la diversidad biológica, étnica y cultural. Con nuestros cantos, plegarias y silencios solemnes queremos comunicar un mensaje de paz y no-violencia, de perdón y reconciliación que llegue a toda la ciudadanía y resplandezca en el horizonte de la Sabana.

De forma similar a como Francisco de Asís, descubrió a Dios mediante el servicio a los más pobres y marginados de su tiempo, y experimentó la grandeza de ser hijo del mismo Padre Celestial, y por ello, hermano del Sol y de la Luna, del lobo, las aves y los gusanos; del fuego, el agua y hasta de la muerte, declaramos nuestro interés por:
- anunciar que la Paz es posible mediante la práctica de la justicia, la compasión y misericordia
- denunciar que no es posible sacrificar la vida, la biodiversidad, los territorios ancestrales y el porvenir de nuestro pueblo en aras de la mezquindad y la avaricia
- renunciar a toda forma de vida consumista y codiciosa, a los mecanismos bélicos y competitivos que rompen el vínculo sagrado y ocasionan muerte prematura.

El lema que hemos proclamado es también nuestro legado: cuidar la tierra para que la paz germine. No nos es indiferente el resultado de recientes informes y estudios, que identifican que una de las principales causas de la violencia y pobreza en Colombia es la concentración de la propiedad en pocas manos. No desconocemos la escandalosa cultura de corrupción que ha invadido las esferas públicas y privadas, ni cerramos los ojos a la devastación de nuestros páramos, la extinción de especies y el aterrador avance de la contaminación.

Pero sabemos que sólo una conciencia humana, humilde y dócil a los designios del Creador; sólo una férrea voluntad de nutrir nuestros lazos de hermandad y una acción decidida por transformar las relaciones consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con Dios por la magia del amor y la caridad, pueden reintegrar los caminos del bien para los seres humanos y todo lo creado.


Con la convicción que el ejemplo arrastra y que el mundo es el principal altar para alabar al dueño de la Vida, invitamos a todas las personas de nuestras comunidades y grupos, y a todos aquellos que sueñan con otro mundo posible, a que perseveremos en el diálogo respetuoso y la gestión diligente para que la cuestión ecológica sea oportunidad de encuentro y conversión; el ecumenismo, el diálogo interreligioso e intercultural, sean puente de entendimiento, y la economía, vuelva a ser el arte de administrar la casa, que ya tiene la estatura del cosmos y tiene por destino, la unidad.






ALIRIO CACERES AGUIRRE
acaceres@javeriana.edu.co