martes, febrero 15, 2011

ECOTEOLOGÍA: otra voz en un mundo complejo
 
Por: John Jorge Castiblanco P.
Teólogo

“El respeto por la vida y por la dignidad de la persona humana incluye
también el respeto y el cuidado de la creación, 
que está llamada a unirse a la humanidad para glorificar a Dios (cf. sal 148 y 96)
JUAN PABLO II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 16


Entre los nuevos retos que se propone la reflexión teológica es dar razón de la esperanza en medio de los contextos diversos y contrastantes para la humanidad. Caso es el de la crisis ambiental y catástrofe ecológica que la humanidad hoy está presenciando y padeciendo, pero que está siendo analizado en la complejidad del pensamiento por diversos frentes como las legislaciones jurídicas de cada Estado y organizaciones internacionales, las ciencias de la vida, las empresas que implementan pasos de control medioambiental en sus procesos de producción, de intereses de grupos ambientalistas, etc. Estamos en una época que está tomando conciencia de la crisis ambiental, pero sus pasos de avance son lentos de cara a la ventaja que ya han tomado las catástrofes ambientales.

Se evidencia que en buena parte el trabajo no se puede delegar exclusivamente a las ciencias de la vida y menos aún a las industrias, como hoy se ha querido por parte de los gobiernos que han visto que sus legislaciones resultan débiles y permisivas ante el desaforada idea por el progreso, manifiesta en pérdida de la calidad de aguas, destrucción de la capa de ozono, especies en vías de extinción (y otras ya extinguidas), la falta de control poblacional que lleva a no garantizar la seguridad alimentaria para esta población y otros factores de la crisis ambiental que enuncia Juan L. Ruiz de la Peña por la acción de la especie humana sobre el planeta sin control, sin responsabilidad y sin conciencia de tales consecuencias.

Bueno, pero es claro que el tema de la degradación del medio ambiente no es un tema nuevo si se hace recuento de las manifestaciones de respeto al medio ambiente que se causaron paralelas al desarrollo de la revolución industrial de finales del siglo XIX. Sin embargo, su acentuación sí ha sido reciente en aquello que se ha denominado conciencia de crisis ambiental, en la que se revisa la relación del ser humano o de la especie humana con la naturaleza que se ha matizado en el paradigma de desarrollo económico y progreso y aquí es donde las industrias y empresas serían las primeras responsables. Aquí se identifica un reto para la teología en el mundo complejo de relaciones y de acciones: ¿Qué palabra tienen la teología para guiar la actividad humana hacia la finalidad del beneficio común y no particular de gremios capitalistas y multinacionales? ¿Cómo ayudar a que las empresas logren credibilidad y legitimidad en su función gregaria de la actividad humana por medio de la cual se transforma el mundo?

En el marco de la ética, sin duda que esta pregunta podría ubicarse en el sentido de la responsabilidad social de la empresa en cada país. Sin embargo, la cuestión moral es un aspecto que no debe dejarse de lado, pues si la ética puede llegar a propuestas masivas, el trabajo de la teología será hablar al oído y al corazón de las personas en particular para que la actitud de cambio no solo sea resultado del consenso gremial, sino de la respuesta personal de cada sujeto que se siente llamado a replantear su relación con la naturaleza como creación de la que el mismo ser humano es partícipe y además responsable de llevarla a su perfección.

Aquí los enfoques morales del biocentrismo, creacionismo y el antropocentrismo que maximizan a conveniencia sus respectivos protagonistas (organismos vivos, Dios, el ser humano) han tenido una apuesta en el desarrollo de la comprensión del mundo creado o evolucionado. Aquí la teología puede cumplir una tarea mediadora para que la apropiación de cada una de las propuestas se interrelaciones dando a cada uno de sus protagonistas su función y responsabilidad en el marco del mundo dado y que debe ser cuidado y ayudarlo a su perfeccionamiento. La tarea mediadora implicará no solo la comprensión de argumentos de cada parte, sino la presentación del horizonte de trascendencia de la realidad creada, de las ideas de Dios y de la autosuficiencia de la razón humana. Horizonte de trascendencia que posibilita apropiar el mundo en su libertad de ser, la del ser humano en su libertad de crear y actuar en el mundo y de respetar la aventura con la que Dios ha creado y acompaña su creación, que no es perpetua, sino como toda creatura es limitada .
 
En definitiva, tenemos que recuperar la concepción de la cercanía del ser humano con la creación. El asunto, pues, para nuestro caso de la Teología y su conocimiento acerca de la manera propia de ligar al ser humano con la Realidad última y primera (religión), es una tarea en la que el cristianismo ha entrado en el concurso de la ética mundial ecológica, con su carácter propio de restaurar las relaciones fundamentales del ser humano interpretadas exegéticamente en las Sagradas Escrituras y actualizadas en el ejercicio del Magisterio de la Iglesia y el teológico. Sin duda, para asumir tal proceso, se confía en que los cristianos hagan propias las exhortaciones del Magisterio de la Iglesia, así como las reflexiones de sus teólogos y teólogas en materia de entender el compromiso moral del cristiano en términos de restaurar las relaciones de convivencia con la naturaleza.

El teólogo y sacerdote español radicado en Brasil, Alfonso García Rubio afirma que es necesario iniciar el proceso de desintoxicación del sistema de valores que ha llevado a esta crisis durante la última centuria: “hablando con propiedad no es la naturaleza la que está enferma, sino el ser humano. La naturaleza ha enfermado a causa del hombre, como resultado de la grave enfermedad que afecta al hombre” […] “la enfermedad que padece el ser humano es el modo errado que ha asumido para relacionarse con la naturaleza y es que ha llegado a oprimir y cosificar en beneficio propio a otros seres humanos, clases y pueblos” ; a lo que agregaría que en nuestra época de consumismo hasta a Dios también ha sido cosificado, evidenciado en el fenómeno de la mercantilización de las religiones.

En estos términos, si la naturaleza ha enfermado por causa del ser humano, es claro que no sólo ha sido por causas económicas o de dominación, sino por la fuerte influencia de la cultura industrial y de confianza en el progreso industrial casi como nueva religión en la modernidad del siglo XIX. Con estas causas segundas el ser humano ha llegado a apropiarse y a legitimar su abuso sobre la naturaleza y los demás seres humanos en una línea de explotación sin medida. Se evidencia que el problema de fondo no puede entenderse sólo como de carácter económico, sino cultural, en el que el ser humano no se ve así mismo como parte de la naturaleza y como quien no la comprende .


BIBLIOGRAFÍA

 Castiblanco Palomino, John Jorge. Comprensión del hecho ecológico en la tradición teológica católica. Documento de trabajo. Grupo de Investigación Ecoteología, Facultad de Teología, Pontificia Universidad Javeriana, 2009.

 González-Carvajal, Luis, Entre la utopía y la realidad. Curso de Moral Social. Bilbao: Editorial Sal Terrae, 1998.

 JUAN PABLO II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990.

 Ruiz de la Peña, Juan. Teología de la Creación. Bilbao: Sal Terrae, 1988.



















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